"Si te gusta mi cantar ya empiezas a quererlos
porque lo que hago es contar lo que aprendí en mis pueblos."Rocío Jurado
Hace unos meses comencé a escribir este blog, sin saber bien cuál sería la orientación del mismo.
En pocos días y gracias a las críticas y sugerencias de algunos amigos, sobre las primeras publicaciones, descubrí mis ganas de mostrar el lugar donde vivo.

Hoy estoy “chochísima” con mi labor, porque mi pueblo ya es conocido mediante este espacio, en muchos lugares, y yo... probando, equivocándome, corrigiendo, aceptando sugerencias, voy pintando un sitio en el cual muchos quisieran habitar...
Y es un espacio real... es mi pueblo... es SANTO DOMINGO...
Está en Santa Fe, en el centro, y se encuentra delimitado por el SALADO...
Muy cerca de ese río, se encuentra en pleno campo, la casa donde nací y viví hasta los 20 años...
Hoy... en este post, contaré por primera vez algo referido a mi vida y a mi familia… Porque creo que vale la pena narrar cómo esperábamos la Navidad, cómo la pasábamos...
Y también porque es parte de la historia...
En una casa grande rodeada de extensos patios y muchos árboles, a siete kilómetros del pueblo, vivíamos once personas: mi abuela paterna, mi familia formada por mis padres mi hermana y yo, y la familia de tío “Chacho” (aquel músico a quien dediqué un post hace tiempo) conformada por él, su esposa y cuatro hijos varones.
Cada Navidad era una verdadera fiesta. Venían al campo todos los hijos de mi abuela con sus familias. Eran cinco más aparte de los dos que habitaban el lugar...

A nosotros, los niños de la casa (seis en total), nos encantaba, y esperábamos ese día con mucha alegría y ansiedad.
Desde varios días antes, entre todos limpiábamos los patios, los dejábamos libres de cualquier elemento que pudiera entorpecer algún minuto de nuestra diversión...
Adornábamos las galerías, armábamos el árbol que lucía hermoso aunque no tuviera luces...
El día 24, ayudábamos en la preparación de comidas y tortas para ofrecer a las visitas. Nos portábamos muy bien esperando el mejor regalo del “NIÑO DIOS”.
Después de la cena sabíamos que pasaría a dejar los regalos.
Mi padre nos acompañaba y nos recostábamos en su cama esperando escuchar la corneta que anunciaba la llegada. Escuchábamos los ruidos que hacía al descargar los paquetes frente a la puerta de atrás de la casa...
Muy acurrucados esperábamos a que se aleje (teníamos miedo, así era en ese tiempo). Cuando el sonar de la corneta se alejaba, nuestra ansiedad ya era insoportable.
Queríamos correr para saber qué nos había dejado, pero primero salía mi padre para comprobar que ya se había ido, y cuando nos avisaba que todo estaba bien, corríamos a abrir los regalos. Eran humildes, caseros,... pero qué alegría nos daba recibirlos!
Había para todos, mi abuela se encargaba de que a nadie le falte el regalito de Navidad!

Cuánta inocencia! El “Niño Dios” era mi tío pero nosotros por supuesto que no lo sabíamos, ni siquiera se nos ocurría imaginarlo...
Jugábamos muy entusiasmados con los presentes y después de un rato no íbamos a descansar para estar bien al día después...
A la mañana siguiente vivíamos la emoción de recibir a nuestros tíos y primos para luego compartir el día de Navidad... para nosotros la jornada más esperada del año!
Las actividades eran numerosas, desde fútbol, bochas, bolitas, cartas, guitarreadas,... hasta las más inesperadas charlas entre familiares que se ven solamente en ocasiones especiales.
Con el paso del tiempo... y los cambios que la vida va imponiendo... estas reuniones se dejaron de lado...
Aquellos festejos gozan del recuerdo más dulce que conservamos de nuestra niñez...
Cada época tiene su encanto... Hoy todo es diferente, nuestra vida cambió, nuestras creencias cambiaron, pero siempre podemos elegir cómo vivir las fiestas... nuestra actitud es lo que cuenta...
Y ustedes... quieren contar cómo festejaban antes la Navidad? Y en la actualidad?