sábado, 30 de agosto de 2008

Dosis de MAGIA...

“Mi pueblo no tiene paisajes de montaña…
mi pueblo tiene su gente, casi nada, casi nada...”
M. Pagliaro

La curiosidad me lleva, una vez más, a buscar anécdotas pintorescas detrás de esa paz, de esa supuesta tranquilidad de la vida pueblerina.

En las mañanas frescas, en los silencios de la siesta, en las tardes interminables… desfilan vistosos personajes con realidades similares y vivencias diferentes… que imprimen características especiales en la historia de Santo Domingo.


“Torrecito”


Betunes negros, marrones, cafés, blancos, y traslúcidos; esponjas para limpiar las suelas, cepillo mediano; secador y bayeta para dar brillo. Estos utensilios acompañaban al hombre de mirada pícara, ojos negros, cuerpo delgado y baja estatura; y una sonrisa en la que reflejaba esperanza y felicidad.
Torrecito era un lustrador de zapatos muy especial. Había cultivado su habilidad en el oficio desde muy pequeño. Se instalaba en la esquina de un bar con su banquito y hacía sonar su conocido timbre para llamar la atención.
Provenía de una humilde familia, Mauricio Villarruel era su nombre. El apellido materno era Torre y por éste su apodo.


“Montenegro”


Este personaje despertaba el terror entre los animalitos salvajes del campo.
Sus menúes diarios incluían cuánta pequeña bestia se le cruzara al recorrer los polvorientos caminos del distrito.
Comentan quienes lo visitaban y compartían la mesa, que preparaba verdaderos manjares.
Nadie nunca lo vio sin su boina roja.


“Fogonazo”


El gaucho cheto de nuestro pueblo. Personaje pitucón y seductor, siempre en busca de un amor que lo acompañe en sus aventuras. Muy amigo del vino, del lazo y las boleadoras.
Fogonazo… apodo que llegó a su vida porque cada vez que veía chispas por alguna descarga eléctrica exclamaba ¡Qué fogonazo!


La creatividad y el ingenio del Sr. David Müller le dan un toque de fantasía a estos insólitos personajes que representan a nuestra patria chiquita.

martes, 26 de agosto de 2008

"TARANTELLO"

"Los hombres no deciden por lo más racional
sino por lo que les llena el corazón de esperanza."


Transcurría el año 1918 y uno más entre tantos inmigrantes arribaba a la Argentina.
Don Vicente Tarantello, había dejado su país, no solo por la guerra, sino motivado por el amor que sentía hacia una hermosa niña de su tierra, que con su familia, se hallaba en Argentina desde hacía un tiempo.

No sabía exactamente en qué parte de nuestro país vivía pero guiado por su corazón partió en su búsqueda.

Llegó a Buenos Aires y se trasladó a Mar del Plata donde comenzó con la actividad de mozo de bar. Desde ese lugarcito podía observar la gente y descubrir si su amada se encontraba en esa zona.

Los días se hacían largos, la espera lo impacientaba, se daba cuenta que ella no estaba en esa ciudad.

Decidió partir hacia el centro, marchó a la zona pampeana, alguien le había mencionado que podría estar en Córdoba y allí se dirigió.

Nuevamente consiguió trabajar en un bar. Era muy querido por las personas que visitaban el lugar. Su desarrollado sentido del humor y la mezcla de italiano y castellano en su dialecto, le daban un tono especial a sus frases.

Divertía a todos con sus bromas pero su alma reclamaba por su amor, a quien no lograba encontrar…

No perdía oportunidad de preguntar a unos y otros, dando nombre y explicando apariencia de la joven.

Nadie tenía la respuesta tan esperada y su ansiedad lo incitaba a seguir su viaje hacia Santa Fe, donde se sabía, habían arribado numerosos inmigrantes.

Recorriendo la provincia llegó a Santo Domingo para quedarse.

La búsqueda había sido larga y penosa… sin resultados… sus fuerzas ya no daban y todo le hacía pensar que la niña… su niña… tendría ya una familia conformada…

Instalado definitivamente en Santo Domingo, volvió a su ya conocida labor, atendiendo bares en nuestro pueblo, exponiendo numerosas picardías que lo diferenciaban de los demás mozos.

Tenía la costumbre de colgar de la mano que llevaba la bandeja, alguna botella que pasaba desapercibida por el dueño… (Así lo identifica Müller en su caricatura)

Había nacido el 10 de julio de 1900, en Rosolini Italia, y vivido allí hasta su partida repentina y sin despedidas. Sus familiares intentaban desde su tierra natal, ubicarlo, saber de él…

Corría la década del 70`, Tarantello era un hijo de Santo Domingo, arraigado al pueblo que hacía 40 años le brindaba cobijo, cuando sus familiares lo ubicaron y le rogaron y casi obligaron a regresar a Italia.

Y se fue… se marchó sin ganas… sin mirar hacia atrás… dejando su humilde vivienda,… para dirigirse a su patria nativa donde lo esperaba toda la comodidad y el lujo propios de una familia adinerada como era la suya.

Poco tiempo después, ante la mirada sorprendida de los pobladores, Tarantello arribaba nuevamente al lugar que sentía como su verdadera tierra, la que lo había contenido durante tantos años.

Eligió regresar a Santo Domingo, a su vivienda humilde, a su trabajo,…
Aquí vivían sus amigos… su gente… ELIGIÓ…

jueves, 21 de agosto de 2008

"EL CHACHO"

“¡Nadie te dará la libertad que no tienes;
y nadie te quitará la libertad que vives!”
R. Trossero.

Rodolfo Nagel… Para todos los pobladores… el CHACHO, el señor de la carcajada larga y sonora, el músico que ventilaba alegría, el amigo de picardías, el que siempre se las sabía a todas…

Allá por 1.932, había nacido en Santo Domingo, un varoncito al que llamaron RODOLFO… Un niño, que por sus actitudes, desde temprana edad llevaba en su alma un don especial.

Un pequeño personaje que alegraba la vida de sus padres y hermanos mayores.

Mientras toda su familia pasaba las horas del día realizando las tareas del campo, él aseguraba que sería un artista famoso y que no podía ayudarles porque tenía que practicar el oficio que lo llevaría a los escenarios: la música.

Él hacía música con instrumentos que creaba usando tarritos, palitos y cuanto elemento consideraba que podía servirle.




A los 8 años marchaba a la escuela a caballo y le contaba sus sueños a los compañeros de viaje.

Soñaba con ser famoso… recorrer el mundo con su música…

Ya tocaba la “verdulera”. Nadie le había enseñado. Su oído musical era perfecto.
Hacía sonar el instrumento e inmediatamente se encontraba rodeado de personas escuchándolo.

Su pasión y ese don natural que poseía facilitaron su paso a otros instrumentos como el acordeón a piano y el bandoneón.



Se había convertido ya en un joven y debía trabajar. Colaboraba con sus padres en las actividades rurales. Salía a sembrar y su silbido se escuchaba desde muy lejos.
También llegó el amor a su vida. Comentan que le regalaba serenatas y compartía sus sueños con la “BETY”. Se casó con ella y nació su primer hijo.

Era tiempo de cambiar pañales, preparar mamaderas, tocar la música del ARRORROOOOO para su bebé…

Entre tanta felicidad, un llamado lo emocionó. Lo convocaban de la orquesta LOS ASES. Tenía 20 años, y jamás olvidaría aquel día.

En los ocho años siguientes formó parte del grupo más importante de la zona.
Su familia siguió creciendo junto a su consagración como músico. Tuvo 3 hijos más, todos varones.

Luego fue convocado para formar parte de la orquesta LOS ASTROS DEL TANGO, conjunto con el que animó fiestas, bailes, durante más de 20 años.

Cuentan que siempre comentaba: “Siento la música con verdadera pasión y para mí no es una profesión, es una forma de vivir, una forma de soñar. Poder transmitir al público lo que siento a través de la música, es una de las cosas más maravillosas que me sucedieron en la vida”.

Cuando esta orquesta dejó de existir, sus hijos habían crecido y gozaban de las mismas aptitudes que su padre. Conformaron juntos un grupo musical al que la comunidad de Santo Domingo bautizó con el nombre de “EL CHACHO Y SUS CHACHITOS”

Ya en ese tiempo, las costumbres y gustos musicales para la diversión en bailes habían cambiado, y el conocido tango pasó a ser reemplazado por pasodobles, cuarteto y cumbias.

Pero… con el paso del tiempo los hijos volaron, abrieron sus propios caminos… y el grupo se desarmó.

El CHACHO salió en busca de amigos corajudos que quisieran acompañarlo en su aventura de continuar visitando los escenarios.

Y apareció un amigo, un vecino, y otro,… y conformaron el “CUARTETO ALEGRIA”.

Con esa luz, con ese espíritu alegre transitó su vida hasta los 75 años.
En Santo Domingo todos lo recuerdan con una sonrisa, él inspiraba sonrisas y alegría.

Su actitud optimista prevaleció a pesar de muchos sinsabores, prevaleció y permaneció… Con sus 75 años continuaba regalando su música a quienes deseaban escucharlo y disfrutar.


“Hay muchas formas de llegar a una profesión, a un oficio, a marcar un camino en la vida. Elegir es el secreto, elegir con viento a favor o contra viento y marea, elegir y luchar por lo deseado”

sábado, 16 de agosto de 2008

PERSONAJES DE MI PUEBLO (I)

“Tomar el tiempo y contemplar la vida, es recrear y fortalecer el espíritu de amor a nuestra tierra”

La historia de las pequeñas comunidades se refleja y escribe a través de sus habitantes. Allí escondidos hay inventores, poetas, escritores, artistas, verduleros, soderos, …

Sabemos que con el paso de los años, los paisajes se fueron modificando, el progreso avanzó a pasos agigantados, pero aún hoy, los pueblos siguen regalando esos sujetos que parecen detenidos en el tiempo y que aportan la cuota de idiosincrasia propia a cada comunidad.

En cada localidad existen personajes que de alguna manera identifican su tierra y hasta le dan sello de individualidad. Algunos de ellos trascienden la historia porque poseen algo especial en sus gestos, en sus actitudes, que los convierte en verdaderos mitos del lugar.

No es necesario buscar demasiado, con sólo adentrarse en las calles y observar van apareciendo esas figuras.

El Señor David Müller ("PIPI"), ha ido descubriendo a través de los tiempos estas personalidades, y mediante sus cualidades artísticas las ha caricaturizado.

Su delicadeza para el humor (“con respeto” como dice él) le ha brindado el reconocimiento de quienes se ven reflejados en sus dibujos.

Algunos de los personajes son merecedores de publicaciones exclusivas por la riqueza de actitudes y anécdotas de vida, que los diferencian de los demás.

Otros, mediante contadas expresiones han logrado ganarse la atención de la comunidad. Todos ellos enriquecerán este espacio.

Comenzando con una serie de post que aparecerán en forma alternada con otros temas, comparto con ustedes algunas caricaturas.

"El RENE". Así lo llaman todos... Muy conocido por su espíritu solidario y por sus trabajos en el taller de soldadura. Las palabras que lo hicieron famoso: "No quedó muy lindo pero quedó bien fuerte"



"El KUKI". Siempre cantando y paseando en bicicleta. Comenta "PIPI" que nunca se le conoció trabajo alguno. Su vida transcurrió de visita en visita a los negocios de los amigos, ofreciendo su compañía y cebando mates.



"LAGGER". El famoso curandero. Su método para descubrir el mal: palitos de escoba y gotitas de agua. Cura de todo y recibe "pacientes" del pueblo y de toda la región. No cobra sus servicios, los clientes le dan lo que quieren.



"El JUANCHO" y la Elda. Sus paseos en carro por las calles del pueblo representaron un clásico del paisaje cotidiano de Santo Domingo. El fiel transporte le ha sido útil siempre para visitar a sus amigovias.



Un sincero reconocimiento para estos pueblerinos que han aportado su magia y variadas anécdotas a la historia de Santo Domingo.

Gracias a Pipi Müller que con su aporte me da la posibilidad de compartir este material!!!

miércoles, 13 de agosto de 2008

LA PROPALADORA: “Publicidad Imparcial”

“El pueblo escuchó música y palabras que venían quién sabe de dónde… Parecían voces llovidas del cielo”

La Propaladora, ha sido y es, en muchos pueblos y pequeñas ciudades un medio de comunicación muy importante; un medio de difusión cercano entre vecinos, instituciones y comercios.

Hacia finales de la década del 50´ iniciaba sus transmisiones “Publicidad Imparcial” en Santo Domingo.

Por este medio se transmitían noticias y comunicados de la localidad (cumpleaños, bailes, festivales).

Además de mantener informada a la comunidad, convertía en amenas las jornadas de los trabajadores ofreciendo buena música.

Para los pobladores refleja recordados momentos de un pasado en donde la radio y la imagen televisiva eran todavía desconocidas...

Allí se podía gozar el particular sonido de la publicidad; suceso que se perpetuó en el tiempo a pesar de la diversidad de propuestas actuales.

El iniciador y locutor Señor Deolindo Gatti, “Dioli” como cariñosamente lo llamaban todos, comenzaba su programa diario con las palabras:
“Publicidad Imparcial, Difusora Oral, comienza aquí su transmisión correspondiente al día…”

La actividad era fomentada desde el Club Juventud Unida, pero por falta de estructura se transmitía desde el Salón Tibaldo.

Pasado un tiempo desde su comienzo, se construyó sobre el techo del bar del club, una cabina de transmisión muy llamativa con techo a cuatro aguas, y se levantó una torre donde se colocaron tres enormes “bocinas”.

A partir de ese entonces, la transmisión se hizo desde la institución precursora.

Al equipo de transmisión lo había armado el Señor Luis Dayer “Cholo”, y era quien hacía el mantenimiento trepándose a la torre para arreglar cualquier desperfecto y controlar las bocinas.

Este emprendimiento se prolongó hasta fines del año 1988.

La comuna local se hizo cargo del servicio instalando en su edificio la propaladora.
Se conservó la actividad hasta que desde la Escuela Nº 349 se presentó un proyecto mediante el cual los alumnos serían “locutores”.
El mismo fue aprobado y la institución tomó a su cargo el servicio que pasó a llamarse: LA RADIO ESCOLAR.
Hoy día la transmisión a cargo de docentes y alumnos comienza con las palabras: “LA RADIO ESCOLAR AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD”

jueves, 7 de agosto de 2008

FIESTAS PATRONALES... Historia y anécdotas

“Cuando las sociedades se hacen distintas, cuando los hombres se hacen distintos, cuando los tiempos se hacen distintos hay fiestas y sigue habiendo fiestas” (Juan Rulfo)

Muchas personas se dan cita cada año, el día 8 de agosto, para participar de los festejos en el día del Santo Patrono.

Por la mañana, desde hace tanto tiempo como tiene la comunidad católica en nuestra localidad, se celebran la Procesión y Santa Misa en honor al Santo Patrono SANTO DOMINGO DE GUZMÁN.

Por la tarde continúan los festejos en la plaza San Martín.

En esta semana, aprovechando la cercanía de la fecha, contaré como se festejaba en otras épocas.

Muchísimas gracias al Señor Dante Alovatti (Tato), que me hizo reír un montón con sus relatos y comentarios. Los comparto con ustedes mediante este espacio.

Según dice “Tato” las procesiones contaron desde siempre con la asistencia de toda la comunidad católica y conllevan merecidas anécdotas que perduran en el tiempo.

Muchos participaban sin saber bien de qué se trataba. La cuestión era “estar presente”.

En una oportunidad marchaban en la procesión con el Cura Párroco guiando la columna, y entonando juntos una canción en honor al Santo.
De pronto el religioso se da vuelta para “controlar” como se desarrollaba el acto y ve que varias personas no acompañaban con su canto.
Entonces da la orden: Canten todos!! Canten todos!!
El Señor Enrique Presser ubicado casi al final de la fila no tenía idea de qué debía cantar. A su lado los señores “Tatingo” Velásquez y Nilo Alovatti lo alentaron a que cante y comenzó: Clavelito chino chino … ven para decirte adiós… no me dejes ir solito… vámonos juntos los dos…

Hubo un año en que se realizó de noche porque la procesión era con antorchas.
En aquella época había muy poca luz en las calles. La oscuridad se prestaba para dar mayor realce al desfile de fueguitos.
Al final de la caravana venían el señor Martín Villarruel que tenía una pierna más corta que la otra y el señor José Longoni también rengo.

La marcha era encabezada por el Cura Párroco Molinuevo.
En un momento se da vuelta hacia atrás y viendo el vaivén de movimientos de las antorchas al final de la cola, dice: más respeto, más respeto, por favor esos niños que dejen de jugar allá atrás.

Los festejos de la tarde en la plaza eran muy especiales.

“Tato” cuenta que se reunía gran número de personas dispuestas a las más insólitas consignas de juego.

La mayor regla era asistir con “ropa viejita” porque se corría el riesgo de arruinarla.

Unos de los juegos consistía en trepar un poste enjabonado de unos cinco metros de altura, el que alcanzaba con sus manos la cima era compensado con un premio de miles de pesos.

Se sonríe diciendo: “Eran unos vivos, sabían que nadie podía llegar por eso ofrecían tanto dinero de regalo! Pero era un verdadero espectáculo, nos descomponíamos de la risa viendo como una y otra vez, los corajudos que jugaban, se esforzaban por llegar”.

Otra atracción que se llevaba la mayoría de las risas consistía en “Agarrar la cola del chanchito enjabonado”. El que lo lograba se llevaba de regalo precisamente el animal.

Cuando los participantes estaban dispuestos a comenzar el juego, largaban el “chanchito” por las calles y todos a perseguirlo. Era difícil agarrarlo sobre todo porque nadie quería que el otro gane, entonces debían cuidar al rival y a la vez, competir para llevarse el premio.

“Tumbar el rancho” era otro de los juegos. Los organizadores armaban una estructura de caña y con papel confeccionaban las paredes.

Los participantes montados a caballo debían chocar y tumbar el rancho. La mayoría volaba por los aires al intentarlo, ya que los caballos se frenaban de golpe al percibir que iban a estrellarse.


“La diversión es una cuestión de actitud; la vida es cuestión de actitud”

En la actualidad se mantiene la tradición de los festejos de la tarde en la plaza. Asisten vendedores ambulantes y los alumnos de 5to Año de la secundaria son los encargados de organizar juegos para niños.
Están presente, peloteros, castillo inflable, trencitos, carritos a pedal, calesitas, camas elásticas, y otros entretenimientos.
Actúan además, en el escenario de la plaza, grupos musicales locales y otros contratados.
Los pobladores pasan una tarde agradable compartiendo el mate, conversando con amigos y parientes, disfrutando de los juegos con sus hijos,…

lunes, 4 de agosto de 2008

LOS BAILES EN SALONES…

“Bailar era algo más que poner el cuerpo en movimiento,… era alimentar el alma y el espíritu para renovar fuerzas y luego continuar en la ruda tarea del campo…”

Santo Domingo, a diferencia de localidades vecinas, contó desde pocos años después de su fundación, con tres importantes salones en los que se realizaban fiestas y bailes con orquestas.

Nuestra localidad también fue cuna de muchos músicos. Acordes de orquestas como LOS ASES y LOS ASTROS, embellecían las fiestas y marcaban los compases, al ritmo de los cuales bailaban nuestros abuelos.

En el salón del Sr Emilio Wettstein, además de bailes con orquesta, se ofrecía cine y se realizaban importantes reuniones de política.

Cada uno trataba de brindar el mejor espectáculo para atraer gente.

En oportunidades se programaban bailes en ambos y las personas elegían a cual asistir.

El que no tenía asistencia debía suspender la función; “la contra” los había superado era el comentario que se escuchaba.

La necesidad de diversión superaba toda dificultad para llegar a destino. Todos llegaban a la fiesta en sus carros tirados por caballos después de viajar durante horas.

Los ataban a algún árbol o poste que encontraban al costado de la calle, hasta el momento de regresar a sus casas a continuar con la labor diaria.

Y a propósito de estos vehículos contaré anécdotas de lo que sucedía afuera de los salones… Parece que no a todos les gustaba bailar y saciaban su necesidad de diversión con travesuras…

* Cuentan unas tías abuelas que los viajes en carro se hacían largos y se sentía mucho el frío. Por eso llevaban muchos abrigos y frazadas para el regreso y los dejaban sobre el carro en una bolsa. No había peligro en ese tiempo, nadie robaba.
En una oportunidad salieron del baile y no encontraron su ropa. Buscaron y buscaron y nada. Cuando emprendieron el viaje notaron que algo volaba en el cuello de los caballos. Alguien les había hecho una broma atándoles sus sacos a los animales.

* También comentan que los caballos conocían el camino hacia la casa de sus dueños, entonces a ciertas personas les encantaba cambiarlos entre carruajes de gente que vivía en puntos cardinales opuestos.
Luego esperaban el final del baile y se sentaban a observar como los conductores de los carros tomaban las riendas para salir e insistían en que los caballos doblen hacia un lado y los pobres animalitos se resistían. Pasaba un largo rato hasta que el dueño se daba cuenta de que, a pocos metros, a otra persona le ocurría lo mismo, entonces caía en la cuenta de la broma.

* Otra broma muy conocida era aflojar las ruedas del carro, dejarlas como para que se note el movimiento del vehículo y el dueño tenga que detenerse a ajustarlas.

A veces estas bromas desencadenaban peleas porque no siempre el afectado tenía el buen humor suficiente para aceptarlas y reirse junto al bromista.

Quienes relatan estos sucesos se ríen tanto que casi no logran seguir hablando. Evidentemente se divertían y mucho!!!