Nosotros, la gente de Santo Domingo... tan diferentes y tan parecidos entre todos; los que ponemos alma, corazón y vida por lo que amamos y creemos, los que renegamos de todo, los indiferentes...
Todos, todos... estuvimos presente.
Y es porque somos eso justamente... un crisol de creencias, emociones, pasiones, realidades,... que conviven día a día... 
La información importante ha sido publicada en distintos medios, aquí les dejo el enlace del
Diario "El Litoral", nota publicada por el Sr. César Benítez, para quienes deseen leer datos que perdurarán y formarán parte de nuestra historia...
En situaciones especiales:
* Las palabras nos caminan adentro, mientras nosotros caminamos. En nuestros ires y venires ellas se buscan, se encuentran, se juntan, y unidas crecen y se van convirtiendo en cuentos que quieren ser contados...
* Las imágenes movilizan sentimientos, proporcionan sensaciones, dan placer...
Para que disfruten como lo hicimos quienes estuvimos presente... les regalo el texto tan significativo que nos brindó María Teresa Dayer, junto a las fotos tomadas durante la tarde del domingo 13 de junio...
Esa tarde que nadie olvidará en Santo Domingo...
Amanece temprano en este tiempo bendito de otoño y en el cielo corren nubes serenas.
En el aire hay olor a fe y eucalipto.
Entre tantos árboles uno decidió que quien quisiera mirarlo debería levantar su vista al cielo y así poder encontrar entre sus hojas la majestuosidad de Dios.
Tal vez con ese deseo decidió ser el árbol mas fuerte y sano de La Atalaya.

Por eso sintió que su corazón se hundía de pena cuando fue elegido por un artesano y con la arremetida de sus armas cayó, sintiendo como el viento parecía tocar tambores de música triste.

Lo depositaron al abrigo de una iglesia y comenzaron a trabajar sobre su madera que lloraba viruta y savia.
De sus entrañas surgió la espalda de un inocente que había sido golpeado sin misericordia...
Apareció un rostro burlado, escupido, coronado de espinas...
Unas manos y pies traspasados por clavos oxidados.

Y ese cuerpo desgarrado, colgado sobre otro madero sigue entregado, sin quejarse, rogando a su Padre por la humanidad, para que su sangre que sigue derramándose nos dé una oportunidad de vida y paz eterna.
El árbol se dio cuenta que había sido convertido en cruz y agradeció sereno su destino...
Ser esa cruz que es el signo más frecuentemente repetido, pintado, esculpido, venerado, adorado. Esa cruz que es trono de gloria para un rey victorioso.

Pero sobre todo, esa cruz que es un dulce madero que soporta un dulce peso...la cruz entendida como promesa de salvación.
El artesano sigue tallando. Y en el centro de la cruz, que es en esencia
aquel árbol, un ser divino extiende sus brazos. Mana sangre de sus heridas, pero sonríe...
Sonríe mientras espera ser lluvia de vino y cosecha, de pan y bendiciones para cuando venga la primavera y para que Él, el Resucitado pueda arder en Santo Domingo para siempre...





Espero que, tanto palabras como imágenes, hayan transmitido aunque sea en una pequeña parte, lo que se vivió en la realidad...GRACIAS POR PASAR... GRACIAS A TODOS LOS QUE DEJAN SU MENSAJE!!!